sábado, 2 de febrero de 2013

Marius y Mariuska de noche, entre los caballos

Marius y Mariuska son como dos caballos en la noche cuando se encuentran.
Mariuska recuerda la primera vez. Marius no articuló palabra ni pidió permiso. Simplemente actuó de un modo silencioso como si adivinara que ella compartía sus gustos.
Estaban allí, encuevados, luego de buscar donde tomar un chocolate en la carretera empinada.Porque el había dicho: "¿Nos tomamos un chocolate primero?". A ella le pareció buena idea para romper el hielo en esa primera aproximación que pesa mas a los hombres que a las mujeres.
El día anterior había sido su primera salida. Para sorpresa de Mariuska, la invitación había sido para la tarde y no para la noche. Era sábado. Tomaron algo en una urbanización cercana y conversaron de todo y de nada. Antes de emprender el regreso, ya en el carro, ella dijo: "Como nos estamos conociendo, ¿podemos besarnos?".El le sonrió con esa sonrisa que hasta el día de hoy la tiene cautivada, y se aproximaron el uno al otro hasta el contacto letal. Probablemente esa fue su primera auténtica coincidencia apartados de las fórmulas sociales que dicen como se conocen dos extraños.
Se besaron largamente y Marius le dijo: "¿Nos podemos echar una perdida mañana?". Si.
Desde esto, que no es el objetivo a contar, ha pasado un buen tiempo.
Mariuska es quien escribe y quiere contar algo de anoche. Mariuska soy yo, la escribiente. La otra mitad de la historia.
Aquella vez, igual que anoche, el primer beso fue en el Pontiac 59.

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